Menores son, sin fronteras viven, sigamos aprendiendo de ellos.

Menores son, sin fronteras viven, sigamos aprendiendo de ellos.

En la semana de reinicio escolar, mi hijita haciendo sus deberes en casa, a medida que notaba su avance en el repaso de este trazo (vea las fotos) y, que debía llevar al día siguiente a la escuela, me expresó " Mi maestra mañana me va a decir "¡Qué bien tú lo hiciste Alexa!" y me va a dar una estrellita",  sonríe ella además mientras me hablaba. Yo que la atendía me sorprendí porque con la facilidad y entusiasmo que pronunció palabras que las convertía en un hecho y decirlo sin vacilación, sin mínimo esfuerzo, es una acción notable con la que cuentan los pequeños de muchos hogares.

En esos momentos solo pude reafirmarle lo que ya ella pensaba y a la vez visualizaba. Me vino a la mente entonces una historia que había leído recién, de un famoso escritor quien sentado un día en su estudio tomó un lápiz y escribió:  

" El año pasado tuve una cirugía donde me quitaron la vesícula biliar. Tuve que quedarme en cama por un largo tiempo. El mismo año llegué a la edad de 60, tuve que renunciar a mi trabajo favorito. Permanecí 30 años de mi vida en esa editorial. El mismo año experimenté el dolor por la muerte de mi padre y mi hijo fracasó en su examen médico porque tuvo un accidente de automóvil y, estuvo hospitalizado con el yeso durante varios días. La destrucción del coche fue otra pérdida.

Al final concluyó:  ¡Fue un año tan malo!"

Cuando la esposa del escritor entró en la habitación, lo encontró triste envuelto en sus pensamientos, vio el papel escrito y lo leyó.

Salió de la habitación en silencio y volvió con otro papel. Lo colocó al lado del de su marido que cuando éste lo tomó, estaba escrito:

" El año pasado finalmente me deshice de mi vesícula biliar, después de pasar varios años con el dolor. Cumplí 60 años con buena salud y me retiré de mi trabajo. Ahora puedo utilizar mi tiempo para escribir con mayor paz y tranquilidad. El mismo año mi padre, a la edad de 95, sin depender de nadie y sin ninguna condición crítica, conoció a su Creador. Ese mismo año, Dios bendijo a mi hijo con una nueva oportunidad de vida. Mi coche fue destruido, pero se mantuvo él con vida y sin ninguna discapacidad.

Al final, ella escribió: Ese año fue una inmensa bendición."

Si lees con cuidado te darás cuenta que con relación a ambas cartas son los mismos hechos desde diferentes enfoques. Siempre hay algo que agradecer, mantengamos de cerca a ese niño interior que habla con plenitud. Encuentra las palabras correctas. Y da por hecho lo que hará mantenerte en un estado emocional favorable.